Marc Delienne – Fleurie

Conocimos a Marc Delienne en uno de los innumerables salones que visitamos a lo largo del año. Somos, ustedes lo saben, grandes amantes de los vinos del Beaujolais, donde encontramos muchas de las cosas que amamos en el vino: suelo, clima, terruño, y personalidad. Y, además, los precios se pueden pagar, al menos de momento. Volvamos al tema, conocimos a Marc en un salón, y la cata de sus vinos nos dijo que ahí había algo. No estábamos seguros, pasa a menudo. Al año siguiente, volvimos a coincidir, misma sensación, pero había un algo que nos hacía recordar a Marc, recordar sus vinos, recordar su approach a la vida sin efectismos ni tonterías. Dirán que es una estupidez, pero se niega a tomar tus datos para enviar una tarifa. Te enseña la tarifa y, si quieres, haces una foto y luego le contactas. Marc Delienne emplea el tiempo en cosas productivas. ¿Por ejemplo? Hacer vinos cojonudos, que no es poco.

Total, que tres salones después y una visita al Beaujolais mediante, concertamos cita con Marco, como él suele firmar los emails que nos manda (¿se puede ser más majo?), y nos presentamos en Fleurie una tropa de amantes del vino sedientos no sólo de novedades sino de gran vino. Allí estaba Marc Delienne en plena faena otoñal, pero listo para recibirnos y explicarnos la idiosincrasia de su proyecto.

Seguro que en alguna ocasión han escuchado ustedes aquello de que la mejor forma de hacer una pequeña fortuna en el mundo del vino es empezar con una gran fortuna. No descartamos que ese sea el caso aquí, pues Marc Delienne es un informático que vendió su empresa y decidió que quería dedicarse a hacer vino, pretensión que la mayor parte de los que nos dedicamos a este negocio habremos tenido en alguna ocasión sin atrevernos a ponerla en práctica. Pero él la puso en práctica, compró el bucólico Château de l’Abbaye Saint Laurent d’Arpayé en Fleurie, y se puso manos a la obra tras stages en Domaine de Trevallon entre otros.

En 2015 arranca el proyecto, con un número de hectáreas manejable (15ha) fundamentalmente en Fleurie (lieu dits Les Chaffangeons, Le Brie y Les Déduits, entre otros), además de parcelas en Beaujolais Villages, Chenas y esa maravilla que es La Madonne. Todo está certificado en BIO y los rendimientos bajos (50hl/ha en una buena añada, 35hl/ha en una añada normal), dan lugar a producciones en torno a las 50.000 ó 60.000 botellas en función del año.

Conduce la viña de forma alta para mejorar la exposición solar y aprovechar todo el potencial de viñas viejas entre 50 y 75 años. La vinificación es puramente carbónica, se vinifica en cemento (cuve beton) y los vinos envejecen más de lo habitual en fudres grandes sin pensar en el aporte cosmético de la madera.

Sus vinos tienen tensión, tienen emoción, nos conmueven. Usa el mínimo de azufre y no diríamos que son “naturales” pero sí que se intenta no enmascararlos. Conviene guardarlos por debajo de 14 grados de temperatura y disfrutarlos en el placer de la fruta, aunque hemos probado algún Greta Carbo con 8 años que nos ha dado la vuelta.

Vinos importados por COALLA/IMPORT

Greta Carbo hace referencia al método tradicional de elaboración en Beaujolais (Carbo = Carbónica) en feliz juego de palabras procede de una finca de suelos arenosos poco profundos. En la copa se muestra en el fósforo y la fruta roja. Un vino que se bebe bien en todas las fases y que puede guardar.

La finca de la que Delienne obtiene la Chardonnay es una parcela caliza en la proximidad de Saint-Veran, y se nota, por la precisión mineral y también por la riqueza textural, más próxima al Maconnais que al Beaujolais. Atención, aquí no hay flu-flu. Éste es un vino para los amantes de los vinos como cuchillos.

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